UNA PEQUEÑA CRONICA SOBRE LA CIUDAD DE GUAYAQUIL.
Orgullosamente felíces de vivir en la ciudad mas maravillosa del mundo
"!!ASHI SHOMOS
EN GUAYAQUIL!!"
Del día a la noche, los "Guayacos" nos chupamos la ciudad de nuestros sueños, bajo el ritmo zandunguero heredado de los esclavos, o el pasillo finito de J.J.
Génesis Barrera- Guayaquil
La noche suena a tacos y a carros, los colores se pasean por el boulevard 9 de octubre, discotecas que explotan repletas de música y luces, hombres alucinados admirando bellezas... ¡y qué bellezas!, una más guapa que otra, unos más sapos que otros.
Es la noche Guayaca que para algunos promete conquista, a otros conocer amigos y a los vendedores ambulantes conseguir para el desayuno del día siguiente.Los más despreciables: la gente mala que con un polvo blanco directo al trago tienen la noche comprada.
Una música que pega al son de una guayaquileña cuyo cuerpo vibra con la música o con el movimiento de izquierda a derecha de un guayaquileño quién con pasos deslumbrantes asustan a quienes no somos como ellos, aves nocturnas de este puerto oloroso a pólvora y sexo.
Por otro lado, abanicos venteando los maduros asados, que son esperados por esos hambrientos insatisfechos con un olor alcohol pegado a sus cuerpos.Palabras van y vienen narrando penas -muchas- y alegrías, -pocas- que tienen.
La linda Martita baila mientras en su casa sus padres miran el reloj cada 5 minutos con unos nervios desesperantes que no permiten que los esposos duerman pensando en su hija.
Una noche para los que navegan por las calles del puerto en naves amarillas. -"Trabajar por la noche es el esfuerzo de un padre para darles todo a sus hijos", nos dice un taxista. Otros, en carros robados, acuden a lo mas de moda: el "secuestro express". Ellos con arma en mano y con la complicidad de la noche y la impunidad, ya tienen todo ganado.
Aún no paran de ver el reloj los padres de Martita, la bailadora, la coqueta, la de la minifalda y los tacos que apenas ha aprendido a manejar.Se asoman por la ventana que da a la calle Rumichaca, esperando que su niña llegue bien a su hogar. Después de todo es "solo" una salida a bailar, vista por los ojos de los padres. Y para ella la primera noche en algo llamado burdel.O peor, "Chongo.
La noche aún es joven, gritan aquellos que no se cansan de bailar, directo a su "after party" como le llaman. Allá continuará la fiesta, quien sabe a donde los llevará, el alcohol es un loco combustible.
En una esquina esperan quienes se ganan la vida besando a quienes no aman, mintiendo al decir te quiero, fingiendo que se excitan cuando lo único que las atrae es el dinero, pagado después de una larga noche, lo que les alegra es llegar a sus hogares y ver que sus retoños están soñando con la luna, y saber que al despertar, preguntarán que a cuantos enfermos curó su madre "la enfermera".
Y en Guayaquil se viene la fiesta, dice el DJ de alguna discoteca, mientras en las barras los tragos acarician las bocas vírgenes.
Por fin llegó Martita a su casa. Con rostro cansado y con voz agitada trata de decirle a sus padres porque tan demorada, si solo era una fiesta.La típica:"el taxi no llegaba". Los padres sin enojos y sin arrugas en sus frentes, van a descansar.Fue una noche mas y para los padres de Martita, solo el principio de una pesadilla.
Al día siguiente, una olla hirviendo el verde que pronto se convertirá en bolón para el desayuno de José quien con radio en mano sintoniza la emisora con la mejor salsa. La música es una manera de hacer el trabajo bien.
Un olor a café cerrero muy caliente y una voz de inocencia van por la calle gritando "!!! café con tortillas a 50 centavos !!!". Pero aquella sonrisa pidiendo que compren no basta para justificar las ganas de hacerlo.
Una sofocante espera en la calle 9 de octubre debido al tráfico extraño y sorpresivo de Guayaqauil, un vigilante que trata de mantener el orden, un paso peatonal lleno de soledad, mientras las personas lo desprecian caminando por la calle.
Son las 12 del medio día. Llegó la llamada hambruna, o la típica frase "pilas con esa jama". Algo que identifica al guayaco, quien no "jamea" no es guayaco, el seco de pollo y la sopa de pollo de la madrina,esperan a esos que dicen ser capaces "de comerse un tigre".
Bien sonado el jugo de naranja que en todo restaurante no falta, o ese toquecito que le pone el guayaco, el cocolón quemado: "madrina no importa que esté negro y sepa a humo, pase ese cocolón calientito" es lo que se escucha en los restaurantes.
Termina la hora de almuerzo, todos acuden a sus puestos. Mientras José trabaja en la calle, otros chatean por facebook en sus oficinas congeladas por el aire acondicionado.
Pitos de autos que quieren avanzar, un bus lleno de gente que cuchichea los chismes de la vecina de la esquina, o del marido que llegó borracho la noche pasada. Así es Guayaquil, lleno de costumbres, pletórico de colores que pintan sus calles,de música que baila y suspira en los oídos de quienes son románticos, parques que se llenan de flores rojas y una tarde que promete aventura amor y pasión.
Así es Guayaquil tan grande y pequeño a la vez, lleno de gente que quiere salir
adelante y otras que quieren pero no lo intentan por la falta de confianza en sí mismos.
En Guayaquil aún se recuerdan épocas de antaño, típicas historias que una vez las abuelitas nos contaron, esas que hacían que las colchas funcionen como techos por el temor de que aparezca alguna dama tapada,el jinete sin cabeza, el duende que se llevaba a las chicas morenas de cabellos largos, historias que han sido reliquias para aquellos chiquitines que se portan mal.
Se acercan las fiestas, y las calles se embellecen con azul y blanco, cantantes por doquier y gente que disfruta al compás de la canción. Aparece el vendedor de cerveza, quien con "jaba" al hombro grita "¡¡cerveza, bien heladita lleve varón!!".
Lo demás es el chuzo asado, la carne con arroz y menestra humeante, como para esperar al siguiente cantante que interpretará esos temas que el guayaco suele bailar,desde la salsa golosa hasta los temas para sacarle brillo a la hebilla, los valsesitos cortavenas de Julio Jaramillo, el mas bakán, el duro,que se corean a grito herido con toda la familia en el carro.
La gran Guayaquil, ciudad ni antigua ni moderna, disparada al futuro en algunos lados, agarrada con las uñas al pasado en otros, es como lo ves: simple y hermosa. Y cuando cae el sol, cuando se acaba el sudor y el sofoco, se sientan Don Pedro y Don Oswaldo a recordar sus maneras de conquistar a esas encantadoras damas de otra época con la voz melosa de J.J., con guitarra en mano, (suena la primera canción: Nuestro juramento, con esos ojos brillosos ellas respondían al aclamado canto de quien las quería llevar al altar.
Y hoy, esos valses del varón del puerto y de la ría, siguen causando el mismo efecto en las jóvenes que saben que el regaetton es pa´gozarlo pero que para hablar seriamente de amor,aquí siempre recurriremos a Julio.
Así es Guayaquil, real e incomparable, abundante, lleno de costumbres y de esa energía que envuelve al guayaco, lleno de "el toque" que le pone su gente, exuberante de verdades inciertas, apabullado de cuentos, leyendas, historias, que no pasan de moda, y cubierto por la piel de la espiritualidad.
Un Guayaquil que todos conocemos,que todos vemos, que todos respetamos, y el que no lo hace... !está CHATO!
ALGUNAS PALABRAS QUE NO ENTIENDEN, ES COMO SE HABLA EN NUESTRO PAIS ECUADOR, TOTALMENTE ORGULLOSA DE VIVIR AQUI...
ESPERO QUE LES GUSTE.
CON ARREGLOS DEL PERIODISTA RECONOCIDO HENRY HOLGUIN.